BANANA GOLD
En enero de 1927, dos mil marines estadounidenses desembarcan en las costas de Nicaragua y en poco tiempo ocupan sus principales ciudades y carreteras. Llegan convocados por los políticos del Partido Conservador, que tras un año de guerra civil han resuelto recurrir a la ayuda estadounidense para derrotar a sus rivales del Partido Liberal. Y la ayuda llega en forma de destrucción indiscriminada: en febrero, dos aviones estadounidenses realizan el primer bombardeo aéreo de la historia sobre el pueblo de Chinandega, entonces en poder de los liberales, reduciéndolo a escombros. Ante semejante poderío, a los pocos meses conservadores y liberales por igual aceptan la “mediación” de los estadounidenses y firman la tristemente célebre “Paz del Espino Negro”, que contempla la entrega de todo el armamento de ambos bandos a los ocupantes y les concede el derecho a organizar y supervisar el establecimiento de un gobierno y una Guardia Nacional “neutrales”. Para todo efecto práctico, se le entrega al presidente estadounidense Coolidge la soberanía de Nicaragua.
Uno solo de los generales liberales, el antiguo minero de 31 años Augusto C. Sandino, se niega a rendirse. Reúne a 29 hombres y se refugia en los montes del norte, en la región conocida como las Segovias, desde donde llama a la resistencia. Y el pueblo nicaragüense le responde. Su guerrilla, formada por retazos del viejo ejército liberal pero de naturaleza mucho más popular, empieza a reclutar gente y a ganarle batallas al ejército más poderoso del mundo. Para finales del año ya ha logrado establecer un cuartel guerrillero modelo en el cerro del Chipote. Los estadounidenses, con la complicidad de conservadores y liberales, responden bombardeando pueblos y mintiendo descaradamente en la prensa mundial, magnificando sus victorias y tildando a los guerrilleros sandinistas de bandidos. Pero no pueden impedir que la fama de Sandino empiece a abrirse paso. Es en este punto cuando entra en escena el periodista estadounidense Carleton Beals.