“La bella ha llegado”, quiere decir su nombre. Por ahora su busto habita en Berlín, entre el Altar de Pérgamo y la Puerta de Ishtar, en el Altes Museum. La representación de la Reina, realizada en yeso y piedra caliza, fue descubierta en 1912 en Tell-El-Amarna, por el arqueólogo alemán Ludwig Borchardt. “Tenía una belleza de proporciones exactas y el científico no pudo más que enamorarse de ella; la falta del ojo izquierdo no le restaba hermosura, sino que aumentaba el halo de misterio que siempre la rodeó”, escribió Anxela Iglesias en La Razón. “El busto fue —exportado— desde su país de origen con un convenio legal aceptado por ambas partes”, dijo Dietrich Wildung, director del museo alemán, quien acepta, sin embargo, que hacia 1939 hubo el proyecto de devolver la escultura a Egipto pero que Hitler se encargó de impedirlo. La verdad es que fue sacada del país cubierta de yeso para engañar a las autoridades egipcias y que, cuando la reclamaron, el Führer declaró que jamás la devolvería porque tenía inconfundibles rasgos arios.
Pedro Miguel
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