No sabe a mermelada
Fue así, sin mediar transición gradual alguna, pero con clara conciencia de lo que hacía, que me comprometí a contar esta historia. En ella, encontrarás apenas un atisbo posible de ese México infame, donde la afrenta se convierte en
tragedia y los agravios se repiten y se repiten sin piedad ni rubor. Donde las larvas que se lo han estado comiendo son cada vez más voraces y descaradas y que tan sólo cambian el color de sus finas corbatas como imagen de una renovación tan falsa como indeseable para ellas, pero sin poder ocultar la espiral ascendente de saqueo, cinismo y putrefacción que nos arrastra en un violento torbellino de muerte y dolor. En un México donde el miedo avanza matando la libertad, mientras la cobardía hace hoyos para enterrarla, pero en el que, portentosamente, aún irrumpen reservas morales colectivas que resisten. Esta historia empezó una mañana de agosto, el día tres para ser exactos… y, en verdad, no sabe a mermelada…
Carlos Ímaz
Ésta es una publicación gratuita y es cortesía del H. AYUNTAMIENTO DE NEZAHUALCÓYOTL y Parae Leer en Libertad AC